Facebook Like

Nada por hacer...

Un rayo de sol se colaba por la ventana, mientras él se preparaba mentalmente para comenzar a escribir. Era verdad, no podía dejar de pensar en ella; por más que lo intentase, por más que quisiera, no podía. Ella estaba presente en todo momento, en todo instante, en todo pensamiento. Desde que la vio pasar aquél cálido jueves en su escuela, su imagen había quedado plasmada permanentemente en su cabeza. Ella aún no tenía nombre, y no es que el escritor (es decir, yo) no hubiese tenido la suficiente imaginación como para darle uno, lo que acontecía era que quería esperar a que nuestro personaje lo descubriera por sí mismo. Ya él se lo había imaginado varias veces: Esperanza, Luz, Lilia, Bella. Ninguno que pudiera englobar la belleza de su ser, y lo misterioso de su hermosura.

Ya también había intentado describirla, pero nunca había encontrado las palabras suficientes. Sin embargo, se podía decir que era una mujer alta y delgada, con el cabello largo y ondulado cayendo como largas cascadas bellas y hermosas en un gran y profundo bosque. Sus ojos eran penetrantes y hechizantes, sin embargo, lo que más le encantaba de ella era su sonrisa; Su rostro parecía más bello y más hermoso que de costumbre cuando sonreía o se reía. Él pasaba todas las tardes viendo desde lejos esperando a que algo la hiciera sonreír, y entonces, sentía volar.

El rayo de sol seguía colándose por la ventana, sólo que con una inclinación diferente, y él seguía pensando en ella. Quería preguntarle su nombre, acercarse e iniciar una conversación con ella; Quizá divagar un poco sobre el clima, o bromear de la escuela. ¡Cualquier cosa serviría! Sin embargo, su miedo o su pena no le dejaban avanzar. Con el simple hecho de verla, un mar de emociones se mesclaban en su estomago; las manos le temblaban y se ponía muy nervioso. La confusión le azotaba y causaba estragos en su mente.
El rayo de sol ya era casi invisible, era anaranjado, color del atardecer, y él seguía pensando en ella. En su mente se había imaginado ya varias veces cómo y cuando lo haría, sin embargo, siempre lo asediaban las dudas. Tenía miedo de distintas cosas: de que lo mirara de forma despectiva, de que todo saliera mal o que simplemente que lo ignorara. Sin embargo, ya la duda y la confusión eran más fuertes que nada. Sabía que era mejor acabar de una vez por todas para matar a la duda que en él habitaba, así que decidió que el día siguiente sería cuando actuaría. <> dijo para sí.

Ya era de noche y todo alrededor estaba obscuro. Lo único que se oía eran sirenas en la esquina vecina, pero a él no le importó; se mostraba pensativo, dubitativo, taciturno. Era obvio que seguía pensando en ella, pero esta vez no sólo “pensaba”, también reflexionaba. Llegó a la conclusión de que es extraño que todo le recordara a ella, y es más extraño hacerlo sin siquiera haberle hablado por vez primera.

Miró su cuaderno y no vio nada, estaba en blanco, vacío; había un lápiz a su lado que no se había movido ni un centímetro desde hacía horas. La inspiración estaba ahí, pero no la había aprovechado correctamente. Y entonces él volteó el rostro, y me miró fijamente; en su rostro se veía cansancio, miedo, y también ira consigo mismo por no tener el valor suficiente para acercarse a ella. Quizá me culpe un poco por no haberle dado tal cualidad pero, después de todo, quiero que esta historia sea un poco parecida a la mía. Quiero que sus sentimientos se parezcan un poco a los míos, quiero que su situación se parezca un poco a la mía, y para ello es necesario darle las cualidades que tiene. Debería sentirse afortunado porque, si bien es cierto que un escritor plasma un poco de sí en cada uno de sus escritos, yo estoy plasmando más aún en él; estoy plasmando mis pensamientos, mis emociones y mis dilemas en él.

Entonces, él vuelve a voltear la mirada, y de nuevo mira su cuaderno. Ahora el miedo se hace más fuerte, la imagina a ella, pero también imagina a los que la quieren igual que él y la pueden hacer feliz, entonces él se pregunta “¿Yo podría hacer lo mismo? ¿Podría hacerla feliz?”. Imagina todos los pretendientes que ella tiene, son guapos y apuestos, más que él. Y entonces un tornado de desesperanza lo ataca. Se siente triste y desanimado, aunque intenta ocultarlo detrás de una careta de ánimo y felicidad. El simple hecho de que quizá su destino no sea estar juntos lo destruye enormemente. Se dice así mismo que tal vez pudiera haber una oportunidad, que tal vez pudiera haber un escenario en el que ellos estuviesen juntos pero, en el fondo, sabe la verdad.

Comienza a escribir; primero una palabra, después una estrofa, después un verso. Cada una más triste que la anterior, porque a cada minuto se siente más triste que el minuto anterior; esos versos son el reflejo de los sentimientos que están pasando por él, es la viva imagen de él en un texto. Y así, entre rimas y rimas, cae en un profundo sueño.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Saludos

Gracias por venir a este, mi pequeño blog. Aquí es donde aguardan mis escritos a ser leídos por ustedes. Espero que éstos sean de su máximo agrado. Si es así no olvides hacerte seguidor en la barra lateral derecha para que seas el primero en leer las historias que subo. a continuación se muestra una lista con todas las entradas que están registradas. Cada una fué escrita en momentos diferentes con sentimientos diferentes. Cada una tiene una escencia interesante, así que asegurate de leerlas todas.

Indice

Haz clic en alguna entrada que te interese.

Entradas de "Cuando el boli cobra vida"


Ver portada